Descripción

Al comenzar nuestro ministerio unos veinte años atrás, cuando se nos presentaban casos de ataques demoníacos, solo nos movía la compasión que teníamos por la gente, pero no teníamos ninguna clase de conocimiento ni experiencia en la guerra espiritual.

Muchos nos solicitaban para orar sus propiedades, debido a los ataques de hechicerías de los cuales eran víctimas, pero sinceramente no teníamos ni la más remota idea, de la manera correcta en que se debía orar una casa. Si los hogares y las personas eran libres, era por lo grande que es la misericordia de Dios, pero no porque nosotros hubiésemos recibido una formación en este campo.

Generalmente improvisábamos, cometiendo errores e imprudencias y sufríamos muchas decepciones. Muchas de las liberaciones no terminaban con el éxito esperado, pero lo hacíamos con gozo, siempre con esa pasión por ver libres a los cautivos.